La ONU considera tan importante la labor de las científicas, que en 2015 decidió dedicarles un día, el 11 de febrero, para celebrar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. El objetivo es visibilizar el papel de la mujer en este campo, e inspirar a las más pequeñas. Y es que todavía quedan muchas barreras por romper para facilitar el acceso, mejorar la conciliación y visibilizar el papel de la mujer en la ciencia.
Una de las claves para la igualdad en esta disciplina es promover las vocaciones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) entre las niñas. Necesitan más referentes femeninos, aprender de sus historias y sentirse inspiradas a llegar a lo más alto, para volver a casa gritando “¡Mamá, quiero ser científica!”. A día de hoy, la brecha de género en el sector STEM sigue siendo una realidad en todo el mundo: solo el 28% de los investigadores son mujeres y han ganado únicamente 17 Premios Nobel en Física, Química o Medicina desde Marie Curie en 1903, en comparación a los 572 hombres. No obstante, se va acortando esta brecha con iniciativas como la de la Comisión Europea y su Horizonte 2020, que busca alcanzar al menos el 40% del sexo con menor representación en los equipos de investigación a todos los niveles.
Pasado, presente y futuro de nuestras investigadoras
Tres compañeras del Repsol Technology Lab, donde el porcentaje de científicas está cerca del objetivo marcado por Horizonte 2020 con un 38%, debaten sobre el papel de las investigadoras con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Cada vez son más las niñas que optan por carreras STEM, pero la falta de más referencias como Margarita Salas o la confianza en el talento propio hace que aún estén en desigualdad. Comparando trayectorias, vemos que durante los últimos diez años se ha recorrido mucho camino, y que se está equiparando el volumen tanto de estudiantes como profesionales.
No obstante, hay que seguir trabajando para romper el techo de cristal. Las niñas necesitan referentes donde verse reflejadas, y pensar: “quiero llegar ahí”. Para ello, el número de mujeres con altos cargos debe crecer, y debe hacerlo en una sociedad donde la mujer no tenga que elegir entre su desarrollo personal y profesional.